La diferencia entre los dos es lo que nos une.
Lo que hace que yo sea yo, y tú, tú me recuerda la historia que somos y la que venimos siendo. Me recuerda que hubo un antes y que ahora ya todo se futuriza con soltura.
Nuestra historia es la del día en que te vi, y sin saber quién fueras me di cuenta de algo sencillo: no eras yo. No lo eras más que cualquier otro, más que cada cosa, más que todo. Y a la vez me atraías como una bolsa de aire y yo caía en ti. No eras yo, pero me concernías, porque mis vacío y tus plenos encajaban con mis plenos y tus vacíos.
Aquella diferencia te quedaba clara a ti también lo vi en tus ojos en ese mismo instante. Tu nombre estaba en las tertulias que se oyen sin querer detrás de un tabique, en las voces de las mamás que llaman a sus crías, en el zumbido de las abejas: y yo me lo sabía de memoria, sin pronunciarlo jamás. Se encondía en el músculo de mi lengua sin que yo lo hubiera exhalado. Lo mismo para el mío en ti.
Hasta lo que no me sé de ti me concierne, formo parte de ello porque en mi reino no hay un solo sitio en el que puedas sentarte en paz sin deslizarte, por ello tu existencia para mí es acción, no hay forma de que se me olvide que estás allí. Si mueves un paso aquende de la frontera me arrimo a ti con un brazo firme para sujetarte, porque tienes precio para mis ojos.
Sabía que no eras yo, porque veía que eras el otro. No uno cualquiera que fuera diferente, sino el peso exacto en el platillo opuesto al otro lado del fulcro.
El diseño perfecto en mi cartucho vacío.
Así fue que supe que había llegado el momento tan glorioso: las líneas coincidieron y el polvo se asentó en el suelo, mis ángulos se combinaron con los tuyos y de allí brotó un canto de días.
El futuro es para ir desempapelándolo de a poco como una caja de bonbones chistosos. Pero ahora sé que la paz y la vida no proceden del igual, del congénito, del uniforme, sino de este sistema de alianzas que no me deja retirar los ojos del perfil de tu nariz, como un ejército preparado en la frontera que nunca pierde contacto, mas que en lugar de lanzas, lo que dirige hacia ti son sus brazos abiertos.